miércoles, 27 de febrero de 2013

Casi Un Año Después, con la Cola Entre las Piernas y Un Proyecto Prometido

Siento vergúenza y algo de culpa. Salí de aquí, de mi blog, un día cualquiera sin saber que tardaría un largo, muy largo tiempo en volver.

Sé que tengo una deuda con muchas personas que me leían y que llegaron incluso a preocuprse por mí. Lo siento.

No sé los motivos. No planeé dejar de entrar ni de escribir. Pero si lo pienso bien, es probable que lo que me llevó a callar, al menos en un principio, fue la sensación de haberlo dicho todo, o casi todo.

Luego llegaron tiempos difíciles a nivel personal y familiar. Y el dolor me hace callar. No es malo ni bueno, es simplemente una manera muy personal de funcionar. Durante las crisis me acompaño de mí y, tal vez, de un puñado de personas... De quéllas a las que alguna vez llamé "los nuestros".
 
Hoy pasé la tarde haciendo algo que hacía mucho tiempo tenia pendiente. Y me vino y me viene a la cabeza éste, mi blog, el lugar en el que alguna vez dejé una promesa.
 
Hoy empecé a formar mi nuevo bonsai.

Es el retorno a una faceta de la antigua Natalia que alguna vez creí haber enterrado.
 
Les dejo una foto.
 
Sé que parece un pobre tronco sin futuro... Pero el tiempo, el trabajo delicado y la infinita paciencia que este arte requiere lo llevarán a ser una verdadera obra de arte. Prometido.


miércoles, 23 de mayo de 2012

Ya Sólo Me Falta Plantar un Árbol

Hola a todos! Les cuento que sigo dándole curso a mi sueño de publicar mi libro. 

A quienes quieren adquirirlo en versión impresa, les dejo aquí el link: 


También les vuelvo a dejar el enlace para bajarlo como eBook:


Espero que puedan acceder a él otros padres que se encuentren pasando por dificultades y desafíos con sus hijos. Espero que puedan leerlo padres de niños prematuros, de hijos múltiples, de niños, adolescentes y adultos con alguna discapacidad y todos aquéllos que quieran sensibilizarse acerca del desafío que implica la "paternidad especial".

Ya ha sido bajado por una buena cantidad de lectores en su versión digital. Sólo espero que llegue al corazón de al menos una de esas personas. Con eso ya me doy por pagada con creces.




miércoles, 16 de mayo de 2012

Carta de una Mamá a sus Hijos. (Isabel Allende)


Carta de una Mamá a sus Hijos.

Siempre que quieren hablar de madres en la televisión muestran mujeres con niños en los brazos, sonrientes, dulces, cariñosas, sin una pizca de cansancio, espléndidamente maquilladas y a eso agregan maravillosas  frases de pósters.

¡¡Mentiras!!!

Las mamás no somos abnegadas amantes del sacrifico y aguerridas guerreras que todo lo pueden. Las mamás lloramos abrazadas a la almohada cuando nadie nos ve, pedimos la epidural en el parto y puteamos en 17 idiomas cuando tenemos que poner el despertador a las 2 de la mañana para llamarles por teléfono o ir a buscarlos a una fiesta.

Cuando les decimos que no se peleen con ese compañerito que les dice 'enano' o 'cuatro ojos', y les damos toda clase de  explicaciones conciliatorias, en realidad querríamos tener el cuello del pequeño verdugo entre nuestras manos.Y también pensamos que la vieja de geografía es un mal bicho cuando les baja las calificaciones, porque no saben cuántos metros mide el Aconcagua que, al final, a quién cuernos le importa. Pero no lo podemos decir.

No es que nos encante pasarnos horas en la cocina tratando de que el pescado no tenga gusto a pescado y disimulando las verduras en toda clase de brebajes, en lugar de tirar un pollo a la plancha.... Es que tenemos miedo de que no crezcan como se debe.

No es que nos preocupe realmente que se pongan o no un suéter... Es que tenemos miedo de que se enfermen.

No es que los queramos más cuando se bañan... Es que no queremos que nadie les diga roñosos.

No lo hacemos por Uds. Lo hacemos por nosotras.

Porque ser mamá no tiene que ver con embarazos, pañales y sonrisas de aspirinitas. Tiene que ver con querer a alguien más que a una misma. Con ser capaz de cualquier cosa con tal de que ustedes no sufran
NADA, nunca, jamás. 

Ustedes nos hacen felices....cuando les encantan nuestros guisos, cuando nos consideran sabias por contestar todas las preguntas de los concursos de la tele. Cuando vienen llorando a gritos porque se rasparon la rodilla y nos dan la posibilidad de darles consuelo y curitas. Cuando recién levantadas nos dicen, qué linda que estás, mamá.

Ustedes nos hacen mejores. Nos dan ganas y fuerzas.

Nos comeríamos un monstruo crudo antes de que les toque un dedito del pie.

Nos lavamos la cara y salimos del baño con una sonrisa de oreja a oreja para hacerles saber que la vida es buena, aunque nos vaya como la fregada...

Cantamos las canciones y vemos Barney y repasamos 500 veces la tabla del 2 y arreglamos el carburador para llevar a los niños a fútbol, a inglés, a dibujo, a la gimnasia, a básquet, a volley, a danzas, a la casa de la amiga, a la maestra particular, al dentista, al médico, a comprar un pantalón...

Y armamos 24 bolsitas con anillitos, pulseritas y sorpresitas y tratamos de que la torta parezca un Pikachu y nos buscamos otro trabajo y sacamos créditos y nos compramos libros y vamos al psiquiatra y al pediatra y a los videos y negociamos con los maestros y los acreedores y recortamos figuritas y estudiamos junto a ustedes ríos, provincias, las capitales de los países de Europa y nos ponemos lindas y nos enojamos y nos reímos y nos salimos de quicio y nos convertimos en la bruja y la princesa de todos los cuentos....

...Sólo y exclusivamente para verlos felices.

 VERLOS FELICES ES LO QUE NOS HACE FELICES.

Ojalá pudiéramos pegar el mundo con cinta scotch para que fuera un lugar mejor para ustedes.

GRACIAS POR HACERME SU MAMÁ. GRACIAS POR HACERME TAN IMPORTANTE.

Gracias por los abrazos, los besos, las lágrimas, los dolores, los dientes de leche, las cartitas, los dibujos en la heladera, el antibiótico....Por tantas noches sin dormir, los boletines, las plantas rotas del jardín por jugar a la pelota, por mi maquillaje arruinado por ser usado para jugar a la mamá, por las fotos de la primaria. Son mis mejores medallas. 

Gracias porque LOS AMO.

Y ese, es el amor que me hace grande. LO DEMÁS ES MARKETING.

Isabel Allende


martes, 15 de mayo de 2012

Cumplir un Sueño

Hace poco más de dos años volví a recordar, como tantas veces, una deuda pendiente conmigo y con mis hijos. Nuestra historia había sido tan dolorosa, intensa, apasionante, reconfortante, compleja y amorosa que vivía en mí una gran necesidad de inmortalizarla. No bastaban los recuerdos, los videos ni las fotos. Tampoco bastaba el baúl lleno de ropa talla 00, los juguetes de guagua (bebé) y las fichas médicas para sentir que había quedado plasmada la huella de lo vivido. Yo necesitaba escribirlo.

Sin embargo, eran tantas las ocasiones en que había intentado comenzar con la ardua tarea de plasmar los acontecimientos y sentimientos de nuestra historia como las que había renunciado por considerar que aun no estaba preparada. Simplemente sabía que, llegado el momento, sería capaz de sentarme y escribir hasta vaciarme. Cada intento era una nueva frustración, pero, como pocas veces, me tuve paciencia y supe que algo faltaba, que forzar la llegada del momento de escribir no serviría de nada.

Hasta que llegó. Un día, sin que haya ocurrido nada particular, llegué a mi casa segura de que había llegado el momento. Me senté frente al computador y emprendí la tarea: escribir, llorar y fumar, escribir, llorar y fumar... Noche tras noche, día tras día. 

No fue una experiencia fácil, pero sí muy sanadora. Teclear el punto final e imprimir el libro en el que se había transformado nuestra historia fue un hecho lleno de simbolismo. En mis manos estaba todo: lo sufrido, lo trabajado, lo amado y lo añorado de esos primeros años en la vida de mis hijos.

Parientes y amigos lo leyeron. Algunos se emocionaron, otros se alegraron, la mayoría se admiró. Fue un trabajo exhaustivo el que hice: sólo 142 páginas, pero ninguna sola palabra demás o de menos. Debo reconocer que recibí muchas sugerencias y tomé muy pocas. Pero no fue por soberbia, sino porque lo escrito era tan personal que no cabían comentarios ni aportes externos. Es nuestra historia contada muy subjetivamente desde mi particular mirada.

Un poco más tarde vino a mi cabeza una idea: unos años atrás me hubiese encantado leer un libro como el que yo misma había escrito. Algo de literatura sobre duelo, prematurez y discapacidad había llegado en su momento a mis manos. Pero nada tan personal. Mucha teoría y poca vivencia.

Ése es el motivo por el que me empeñé en publicarlo. Pero claro, una desconocida que decide narrar un pedazo de su vida no es rentable para ninguna editorial. Así fue como nació mi blog: como una alternativa para llegar a las miles y millones de familias que transitan diariamente por experiencias similares a la nuestra.

Ayer, gracias a la sugerencia de una lectora del blog, decidí retomar mi antiguo libro, el original y convertirlo en un eBook. Tal vez así llegaré a más personas. Quizás, quién sabe, alguna madre deprimida, desesperanzada o angustiada llegue a él y encuentre algo de consuelo y esperanza.

Aquí les dejo el enlace a Vidas Múltiples. Espero que les guste.


lunes, 14 de mayo de 2012

Realidad y Juego

Lo que voy a contarles hoy parece directamente sacado de un libro de psicología infantil. Ni yo misma, que trabajo hace años como terapeuta de niños, puedo creérmelo. Tal vez por eso es que saqué fotos  y hablé con mi hija para obtener su autorización antes de ponerme a redactar este post.

Antonia tiene un don que no heredó de mí, y podría decirse (perdón si con esto ofendo a alguien) que tampoco lo sacó de su padre. Es una talento innato y que surge sin que nadie lo fuerce: la creatividad. Sin ir más lejos, ayer, en el día de la madre, recibí de regalo de mi hija una "novela" de más de 100 páginas escrita e ilustrada completamente por ella. Maravillosa, ingeniosa, divertida y muy bien construida. ¿Se nota que me siento orgullosa de la hija que la vida me regaló?

Pero hoy hablaré de algo que, tratado en teoría parece obvio, casi un lugar común, no sólo entre profesionales del área de la salud mental, sino entre todos quienes tratamos con  niños.

Sabemos que el juego, el dibujo y toda actividad creativa ayuda a los niños a elaborar la realidad, a contarse su propia historia, a darle un significado a los hechos, a las vivencias y a integrarlas en el relato de la propia historia y, finalmente, de la identidad.

Bien, mi hija, que ya es "grande" y no suele jugar con muñecas, rescató ayer a Taqui, la muñeca favorita de sus primeros años, la que durmió con ella y compartió sus aventuras, la que siempre parecía más linda que las demás, aun cuando la mirada objetiva nos decía que había otras más agraciadas que ella. Taqui siempre fue la más querida de todas.

Sin dar muchas explicaciones, Antonia entró a mi pieza y me pidió prestados algunos cables de esos que hay en todas las casas y están en desuso, esos cables que ya ni recuerdas para qué sirven pero están guardados "por si acaso". Sin pensarlo ni darle importancia se los presté y seguí enfrascada en aquello que acaparaba en ese momento mi atención.

La sorpresa vino cuando subí al dormitorio de Antonia: estaba jugando a "la prematurez". Tenía a su muñeca Taqui en una "incubadora" llena de los cables que me había pedido prestados. El juego consistía en hablar acerca de lo que ella, como madre, sentía frente a la situación de tener a su hija en la Unidad de Neonatología, de lo que la propia Taqui vivenciaba dentro de la incubadora, y de las acciones que la mamá podía hacer para minimizar la situación de aislamiento y dolor en que la muñeca se encontraba. Antonia visitaba a Taqui, la acariciaba, la acompañaba. Antonia era yo y Taquí era ella 9 años atrás.






Sé que a muchos esta historia de una niña de 9 años jugando a la "prematurez" de manera tan cruda puede  resultarles fuerte. A mí también me lo parece. Sin embargo, más que lo trágico de la situación veo el despliegue maravilloso que hace mi hija para construir un relato de su propia historia, para matizarla (porque en el juego había sufrimiento, pero también mucho, mucho amor y esperanza), en fin, para hacer de lo vivido una parte de su identidad gracias a que a través de la actividad lúdica elabora e integra las vivencias de sus primeros meses de vida.

Esto es lo maravilloso que tiene el juego infantil: el "como si" permite hablar de asuntos dolorosos y difíciles sin verse amenazado. ¿Porqué? Porque sólo es un juego, no es la realidad misma, y como juego que es, puede manipularse, cambiar su rumbo o detenerse en caso que la angustia sobrepase al placer de la actividad. Cuando juego no estoy sufriendo, estoy haciendo "como si" sufriera. Por lo tanto, si me es difícil de tolerar, me detengo, cambio el rumbo de la historia o utilizo mecanismos defensivos que en la realidad no son eficientes. He ahí la riqueza e importancia de jugar.

Permitir y propiciar que nuestros hijos jueguen es esencial. Pero hay un momento para todo. ¿Cómo podría yo haber adivinado que a los 9 años mi niña se sentiría preparada para elaborar las experiencias vividas durante sus primeros meses de vida? Imposible. Ella lo hizo a su ritmo y en el momento preciso, cuando sintió que ya podía y necesitaba darle cabida a su prematurez en el relato de propia historia. Lo hizo a su modo y de la manera que para ella adquiría sentido. Y yo soy una mera espectadora, una que no deja de admirarse de la sabiduría infinita de nuestros niños.

¿Cómo no voy a amar ser madre? ¿Cómo no voy a apasionarme con el trabajo que he elegido? ¡Que afortunada soy!


viernes, 4 de mayo de 2012

Caerse y Cambiar

Aquí estoy de nuevo, después de 5 días de cama debido a una bacteria que se alojó en algún lugar de mi cuerpo. Fue estrés y nada más que estrés, de eso estoy segura.

Me levanté completamente repuesta, como si hubiese pasado un mes en el caribe tomando sol, como si me hubiese ido por semanas a algún lugar recóndito a descansar. Es increíble cómo 5 días de enfermedad pueden ayudar. Sé que puede sonar exagerado, pero pretendo que estos días sean un hito, que exista un antes y un después en mi vida después de este episodio.

En terapia psicológica nada cambia si no ocurren cosas. Me refiero a que para lograr los deseados cambios, las personas deben, necesariamente, pasar por alguna crisis, algo que las remueva, algo que introduzca novedad. Puede ser un "darse cuenta", un "moverse" de lugar dentro de una relación, un remecerse. Nada  se modifica si no hay movimiento, y en ocasiones, el movimiento no es necesariamente uno agradable.

Y yo pretendo seriamente que el haberme enfermado sea esa crisis que me hacía falta para generar cambios.

Gracias a vuestros comentarios pude corroborar lo que ya imaginaba: no somos pocas las mujeres que, en el intento por conciliar diversos roles, forzamos nuestras almas y cuerpos hasta niveles que nos resultan insoportables. No tengo respuestas sociológicas para explicar el fenómeno, sólo sé que muchas madres sentimos que tenemos más obligaciones de las que somos capaces de sobrellevar. 

Personalmente, me he propuesto seriamente modificar algunas cosas. No puedo ni quiero abandonar ninguno de mis roles, pero sé que he pecado de exceso de control. Tengo esa necesidad típica femenina de creer que se debe estar en todas partes "porque nadie lo haría como lo hago yo".

Bien, ya me deja de importar que otros lo hagan de otra manera, simplemente necesito más ayuda para cumplir con todo, y estoy absolutamente convencida de que ha llegado el momento de soltar un poco las riendas.

Me gustó ver que mis hijos estuvieron bien cuidados y contentos durante los días que estuve con fiebre. Me encantó ver que pueden preparar solos su ropa para ir a alojar a otras casas y que son perfectamente capaces de hacer muchas cosas que yo solía hacer por ellos por costumbre, por sobreprotección, casi por inercia.

Así es que estos 5 días en cama han sido muy útiles: me permitieron descansar y retomar fuerzas como nunca en estos 9 años de maternidad, y me ayudaron a ver que el mundo sigue girando sin mí, lo que me permite dar un paso atrás y permitir que las cosas fluyan de mejor manera sin que yo deba estar en todo.

Estoy descansada, tranquila y contenta :-)



domingo, 29 de abril de 2012

Maternidad y ¿¿¿ Descanso???

Soy una convencida de lo sabio que es nuestro cuerpo. Y esta vez, como tantas otras, me demuestra que debo intentar escucharlo y darle cabida a sus señales, por difícil que me resulte.

No sé si lo han notado, pero ya no tengo el tiempo que tenía antes para escribir en mi blog. Ni para eso ni para casi ninguna de las cosas que me encanta hacer. Sólo hay tiempo para el trabajo, los estudios y mis hijos. Y claramente, para ellos tampoco está alcanzando.

Hace días venía advirtiendo que el cansancio estaba terminando con mi energía. De hecho, me levantaba con los ojos hinchados a pesar de haber dormido lo suficiente. No por nada dejé en mi último post un poema titulado "No Te Rindas"...

El martes en la tarde mi cuerpo dejó entrar una jaqueca que se instaló en él durante más de 36 horas. Fue la jaqueca más fuerte que recuerdo haber tenido. El jueves me levanté e intenté volver a la "normalidad" (¿es normal vivir agotada?) pero mi cuerpo dejó entrar a una bacteria. Resultado: estoy en cama desde hace más de 48 horas, terminé en la clínica haciéndome un montón de exámenes y ahora tomo antibióticos. La fiebre aún no baja, por lo que no he podido cuidar a mis hijos, lo que me ha obligado a pedir ayuda a su padre y mi madre, quienes han sido muy comprensivos y me han reemplazado al 100% en mis tareas de mamá.

He estado muy tranquila. He dormido como hace tiempo no lo hacía. Ni siquiera he estado de ánimo para sentarme frente a un computador, lo que ha significado que esta enfermedad se encarnara en una especie de desintoxicación completa.

Lo que no me gusta es que yo misma comenté con alguien el jueves por la mañana que me sentía tan sobrepasada que temía enfermarme. ¡Soy capaz de ver mi necesidad de tiempo, ocio, intimidad, descanso y no puedo atender a ella!

Hoy me hago el firme propósito de cambiar algunas cosas. Necesito urgente sacarme de encima algunas responsabilidades. Y ahora que mi cuerpo ha hablado más claramente que mi boca, me comprometo conmigo a hacer importante modificaciones.

No me gustaría que este tema se torne más serio y decir: "Yo lo sabía y no hice nada". Por eso lo dejo aquí, escrito. A ver si el compromiso con quienes me leen le da fuerzas al que hago conmigo.

¿Les ha pasado algo parecido a uds.? Me imagino que más de alguna madre sobrepasada se sentirá identificada con mi relato. Sería bueno que este espacio en mi blog diera paso a contar nuestras experiencias y darnos mutuamente ideas para poder descansar y mantenernos sanas...

Yo, por ahora, me quedo aquí, descansando por enfermedad y esperando vuestros comentarios.




domingo, 22 de abril de 2012

No Te Rindas (Poema)

Hay días en que el cansancio y las dificultades parecen demasiadas. En días como éste me gusta leer mi poema  preferido...





No te Rindas


No te rindas, aun estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas, quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque ésta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola,
porque yo te quiero.

Mario Benedetti.


lunes, 16 de abril de 2012

Maternidad Múltiple: Aprendiendo a Pedir y Recibir Ayuda

Creo que entre todas las imágenes idealizadas de la maternidad que rondaban por mi cabeza antes de ser madre, una de las que más me gustaba era la de mi hijo colgando de mí como un monito. Imaginaba que pasaría días pegada a él, que le daría pecho y estaríamos muy juntos el uno al otro durante sus primeros meses. No había en mis planes ninguna intención de compartir a este hijo con nadie. Nuestro vínculo sería fuerte, muy fuerte, y nadie, salvo el padre en algunas ocasiones, cuidaría de él más que yo.

Salí de la clínica con tres "monitos" delicados de salud y muy demandantes. Tuve la suerte de poder contratar a una auxiliar de enfermería durante los primeros tres meses y compartir con ella las mudas, las tomas, los baños, los cambios de ropa y los etcéteras. Luego de la enfermera vino mi madre, quien estuvo conmigo todo lo que pudo. Y el papá de mis hijos también tuvo que compartir las noches en vela y el cansancio. No hubo otra forma de llevar a cabo una empresa tan grande como la de cuidar a nuestros tres hijos.

Recuerdo un día en que una amiga llamó para decir que vendría a visitarnos. Apenas cruzó la puerta de mi casa, la llevé al baño, le pedí que se lavara las manos y le entregué a uno de mis hijos. Ella me miró impresionada: "¡Yo nunca dejaba que otros tomaran a mis hijos cuando eran tan chiquititos!" exclamó. 

Es que cuando se es madre múltiple hay muchas ideas que dejan de ser posibles. Todo se transforma, desde lo material hasta lo más profundo, por la llegada de múltiples "monitos" a la vida de una familia.

Ser mamá de trillizos me hizo ser más humilde. Era tan claro que yo no podía con todo, que aprendí a aceptar la ayuda que se me ofrecía (que no era poca) y luego, a pedirla en caso de sentirme sobrepasada.

Hoy todavía pido ayuda. A veces no tengo con quién dejar a mis hijos cuando me surge un imprevisto. Otras veces simplemente no me siento emocionalmente capacitada para responder tantas preguntas, oír tantos relatos, dar tantas instrucciones y estar en tantos lugares a la vez. En esas oportunidades también pido asistencia. Y ya no me cuesta nada hacerlo. 

Ya no creo que mis hijos sean míos ni que lo hayan sido alguna vez. Ya no pienso que llevarlos siempre pegados, colechar, dar pecho exclusivo o traerlos colgando como "monitos" sea una condición necesaria para criar niños sanos y felices. Los míos tienen sus cosas, pero, en general, podría decir que los veo bastante seguros de mi amor, el de su padre, su abuela, sus tíos y todos quienes contribuyeron cuando yo lo necesité.

Mis niños no perdieron a su madre por haber sido múltiples. Me tuvieron ahí con ellos y ganaron muchos otros significativos a quienes recurren muchas veces sin necesidad de pasar por mí. El mundo se les hizo más grande gracias a que me vi obligada a compartirlos.

De toda experiencia se puede sacar algo bueno ¿no?



Cristóbal, Pedro y Antonia con 3 meses de vida. Esta foto fue tomada una mañana luego que entre su padre y yo dormimos 45 minutos en total, sumando sus minutos y los míos.

sábado, 14 de abril de 2012

Cambiar

Antes de embarazarme me encontraba en una etapa de la vida muy especial. Estaba recién casada, haciendo mi tesis para titularme de Psicóloga y sometida al estrés de los tratamientos de infertilidad. Era muy joven, tenía el mundo por delante y sabía que mis posibilidades eran millones. Sentía que la vida se abría ante mí: podía elegir entre muchas alternativas.

En esa época hice un curso de bonsai, y, como casi en todo lo que emprendo, me obsesioné un poco. Leía todos los libros que caían en mis manos sobre técnicas para hacer bonsais (tengo muchísimos), compré herramientas, materiales, leí revistas, fui a las pocas tiendas que en esa época existían en Santiago y llené mi departamento (su terraza) de mis preciosas creaciones. La verdad es que el tema es fascinante. Cada bonsai es un mundo en sí mismo, con su estilo, sus necesidades y su ritmo de crecimiento particulares. Dedicarse a los bonsais requiere de una rigurosidad y una paciencia enormes, pero la satisfacción de ir notando cada nuevo brote de tu "hijo" es tan grande que vale la pena.

Me embaracé y todo cambió. Hemorragias, amenazas de aborto y de muerte de uno de mis hijos nonatos, reposo relativo (que yo convertí en absoluto por miedo), temor al futuro inmediato (¿Volveré a sangrar hoy?) y al más lejano (¿Cómo me las arreglaré para sobrevivir a la muerte de un hijo y salir adelante con otros dos? ¿Y las secuelas de la prematurez? ¿Y mi relación matrimonial? ¿Y yo? ¿Qué ocurrirá con mi vida?), todo eso me hizo dejar botado mi pasatiempo. Mis bonsais murieron de sed, así de simple: no volvieron a ser cuidados ni alimentados nunca más.

Y mi mundo se estrechó. Mis alternativas se redujeron a unas pocas. ¿Viajes? ¿Post grados? ¿Amistades? ¿Nuevos negocios? ¿Trabajar? ¿Dormir? ¿Comprar algo para mí? ¿Tener vida de pareja? ¿Salir a caminar? ¿Comer sentada frente a un plato? ¿Seguir una serie de televisión? ¿Conversar con una amiga?. Hubo tantas cosas que salieron de mi abanico de alternativas... Los bonsais fueron los primeros. Después fueron saliendo otros aspectos de la vida hasta verme reducida a madre y nada más que madre.

Fui madre sufriente, madre agotada, madre orgullosísima, madre temerosa, madre satisfecha, madre valiente, madre contenedora, madre equivocada, madre estimulante, madre feliz, madre cariñosa, madre dubitativa, madre frustrada, madre sobrepasada, madre sabia, madre culposa, madre sola, madre realizada... Fui casi todas las madres.

Han pasado 10 años desde el día en que mi test de embarazo dio positivo, y algunos tantos desde que comencé a intentar ser Natalia. Natalia que es madre, mujer, amiga, pareja, compañera de fiestas, estudiante, Psicóloga, hermana, hija... Natalia.

Y no ha sido fácil. 

Al principio no sabía cómo empezar.¿Por dónde se comienza a recuperar algo que se perdió y se olvidó? Luego tuve algunas ideas, pero yo misma parecía tan acostumbrada a mi rol de madre que me resistía inconscientemente a cambiar. De a poco, fueron surgiendo algunos esbozos del ser humano que se escondió tras la madre. Y hoy me encuentro en pleno proceso de cambio. Un cambio no tan satisfactorio como imaginé, más difícil, pero tan necesario como volver a respirar después de permanecer largo tiempo bajo el agua.

Siempre, cada año, pienso que sería lindo volver a hacer un bonsai. Sólo uno, no quiero ser tan ambiciosa y creer que tendré tiempo para llenar mi casa de ellos. Y cada año lo dejo para el siguiente. Parece que no estoy preparada, que mis hijos no lo están, y se me pasa agosto (el mes para convertir un arbolito en un futuro bonsai) sin haberlo hecho.

Me huele que este agosto sí lo haré. He cambiado muchas cosas. He logrado hacer renacer a la Natalia en muchos aspectos. Esta Natalia merece y está lista para un nuevo bonsai.

Nunca dejaré de ser madre. Nunca dejaré de respirar por y para mis hijos. Jamás me arrepentiré de haber vivido esos años tan intensos en que fui madre y nada más. Pero ¡qué bien les hace a los hijos que su mamá sea capaz de mirarse a sí misma y satisfacer también sus propias necesidades! Si hubiesen visto sus caritas el otro día cuando les conté algunos detalles de mi postítulo: mis profesores, mis compañeros, las evaluaciones, etc, lo entenderían. Ellos necesitan una madre-persona, no una madre-madre. 

Y yo necesito un bonsai. Este agosto sí que lo haré nacer.