martes, 5 de abril de 2011

Competir Hacia Afuera (Acerca de la Paternidad Especial)

Una de las secuelas que dejó en mí la historia vivida con mis hijos, es que hay aspectos de la maternidad/paternidad "normal" que, simplemente, me superan. Hay cosas que la mayoría de los padres y madres hacen con sus niños y que yo no puedo ni quiero hacer. Una de ellas es competir hacia afuera.

Miro hacia mi alrededor y veo padres hinchados de orgullo llenándose la boca con los logros de sus hijos. Escucho diariamente conversaciones acerca de lo que hace tal o cual niño, lo inteligente, bonito o dotado que es tal otro, lo adelantado qué está para su edad o la talla que alcanzó a tal otra... y me quedo helada. No creo ser capaz de "echar a pelear" los logros de mis niños con los de otros. Simplemente, no hay punto de comparación.

Me siento orgullosa de mis hijos así, sin necesidad de mirar hacia el lado. El valor de sus logros es, para mí, tan grande, que no puede compararse con lo que otros hagan o dejen de hacer. Son NUESTROS logros, son inconmensurables, son únicos, valen demasiado, no hay cómo medirlos ni ponerles precio.

He estado oyendo conversaciones acerca de los colegios de elite a los que otros padres pretenden ingresar a sus hijos. Y los escucho desde otro punto del planeta, o tal vez, incluso, desde otro planeta muy lejano, y me quedo pensando... lo que le importa a los otros no es lo que me importa a mí, mis prioridades no son las mismas, y el modo en que miro a mis niños es diferente.

No puedo pensar en el puntaje que obtendrán para ir a la universidad, en la cantidad de idiomas que puedan aprender ni en los deportes de alto rendimiento en los que puedan competir. Sólo puedo ver las caritas sonrientes de tres niños que le han ganado a la muerte y a los que les debo procurar seguir siendo lo más felices posible.

He cambiado mucho. La fuerza de lo vivido me ha hecho otra, y espero no olvidar nunca las lecciones aprendidas a costa de tantos porrazos y heridas sufridas.

Debo agregar, sin embargo, que mi intención no es juzgar a nadie. Probablemente, si nuestra historia hubiese sido "normal", yo actuaría como la mayor parte de las madres. Y debo decir también que esto de no competir es sólo hacia afuera, porque mis hijos tienen clarísimo que esta mamá que tienen desea con todas sus fuerzas que compitan día a día con ellos mismos, con sus propios logros y que superen lo que ya han conseguido. Sigo siendo una mujer exigente, sólo que de una forma diferente.

En mi consulta como terapeuta he comprobado que llegar a este punto en que lo que importa es que el propio niño supere sus propios logros y no un standard impuesto desde afuera, es una señal de que hay, al menos, una parte del duelo que ha sido resuelta. Es reconfortante ver cómo los padres comienzan, poco a poco, a dejar de mirar lo que su hijo "debería hacer según su edad" y comienzan a valorar los logros que ha tenido, sin importar si acaso se ajustan a lo que socialmente se espera de ellos. Siempre que esto ocurre, los padres a los que atiendo reciben una gran sonrisa y reconocimiento de mi parte. Sé lo difícil que es llegar a este punto estando insertos en esta sociedad tan competitita y, aún, escasamente dada a respetar la individualidad de cada ser humano.

15 comentarios:

Ale dijo...

Qué cierto eso, yo de niña siempre cumpli con todos los "requisitos": dejé los pañales al año, aprendía a hablar mucho antes de lo esperado, sabía leer a los 3 y escribir a los 4, mi promedio rozó el 7.0 practicamente todo el colegio, jamás tuve problemas de comportamiento, pero..... Hasta los 18 años no fui capaz de quererme ni valorarme, fuii tan exigida que todo lo que los demás valoraban en mi, para mi no tenia sentido y no encontraba algo que de verdad valorara.
Hoy procuro que mis niños sean felices, si hacen yoga es para ser felices, no para refregárselo a nadie; si mi hijo tiene excelentes notas en el colegio es solo porque le sale natural, y aunque estudiamos, no lo hacemos por la nota, sino por aprender y entender el mundo que nos rodea....
No lo pasé bien, pero al menos me sirve para hacer de mis hijos los niños mas felices que puedan ser!!!
Cariños!!!

Natalia dijo...

Hola Ale. Qué experiencia personal tan dura! Gracias por compartirla, ojalá le sirva a algún padre o madre que exige demasiado a sus hijos.
La mía no fue así... pero soy autoexigente por naturaleza y le exijo mucho también a los demás. Gracias a Dios, la vida me enseñó a valorar los logros de mis hijos por lo que significan, y soy parecida a ti... estudiamos para aprender y no por la nota :)))))

Un abrazo,

Natalia.

Ana dijo...

Hola!! Quería felicitarte por tu estupendo blog...me encanta!!

Y también quería invitarte a conocer el mío...

http://creciendocondavid.blogspot.com/

Saludos!

carmengloria dijo...

Me encanta tu blog!! Lo sigo desde el principio, y lo que escribes SIEMPRE me hace mucho sentido! Gracias y fuerzas e inspiración para continuar

Ant3ds dijo...

Recuerdo hace un tiempo discutía este tema en mi mente... vivo con mis sobrinos (8 y 6 años) y desde pequeños hemos intentado que puedan tener un buen rendimiento en la escuela (A veces mas de la cuenta). Me sorprendí un día en esa actitud que comentas, diciendo; por que el si y el no... Comparando.
Cambie el enfoque, ahora estoy atento a sus avances y los que uno experimenta al tener niños cerca, son solo mis sobrinos pero los quiero como si fueran hijos.
Ah y claro, con esto no se pierden las exigencias.

Que bonito haberte leído hoy. Me quedo atento al blog.

Natalia dijo...

Hola Ana, carmengloria y Ant3ds. Muchas gracias por sus buenas vibras y por estar aquí.

Ana: claro que conozco tu blog... lo pondré entre mis favoritos para visitarlo más seguido :)))

Carolina García Gómez dijo...

Wow Natalia, me cae como anillo al dedo porque precisamente le estoy buscando colegio a Miguel y quiero evitar eso: la sobrecarga académica, los colegios que sobrevaloran solamente lo académico, la competencia de cuántos idiomas deben hablar, de qué deben estar haciendo por curva de desarrollo,e tc, etc. Esto me estresa, lo único que quiero es que mis hijos crezcan comos eres integrales y felices, pero qué duro es dar con un espacio educativoq ue piense igual!!!!

Natalia dijo...

Hola Carolina. Lamentablemente, esos colegios están en extinción, pero existen!!!! Tengo amigas que han tenido excelentes experiencias con los colegios Montessori.

Cariños,

Natalia.

Club Algodón dijo...

Hola Natalia,
Te felicito a mil por tu blog. De verdad es buenísimo.
Yo tuve mellizos prematuros, y como suele pasar, han ido más tarde que los demás niños. Mis hijos van a su ritmo, aveces avanzan mucho, otras no.
Ahora elegimos colegio, y auqnue antes de su llegada pensábamos en un colegio inglés de excelencia, la vida nos cambió a ese otro planeta. Hoy sólo quiero verlos felices. Elegimos un Montessori y estamos encantados. Yo me alegro con sus logros y me emocionan sus avances. No me interesa en qué está el resto. Para mí la vida dejó de ser una carrera de velocidad. Ahora es una carrera de resistencia. Sé que llegaremos a la meta, talvez con mayores dificultades y más lento. Pero llegaremos!!

Natalia dijo...

Hola Jimena. ¡Qué linda la forma en que lo expresas! Es un carrera de resistencia... Y nosotras vamos tomadas de sus manos para darles energía y seguridad cuando se cansan.

Un abrazo,

Natalia

Unknown dijo...

Yo creo que no importan la cantidad sino la calidad. Me refiero a que a veces los hijos, para algunos padres, son cifras. Tales como : con qué nota pasó de año tu hijo? cuántas actividades hace en el club deportivo? A cuántos cumpleaños lo invitan?.. SON TODAS CIFRAS, que no suman.. porque si no le enseñamos los valores, el respeto, el amor, la comunicación, nada de todo lo demás aporta. Y creo que el mundo se está olvidando de APORTAR, ahora la mayoria de los padres "modernos" se preocupan por DAR. dar un playstation, dar la televisión, dar la computadora, dar el último celular...

Uno de mis hermanos lamentablemente es así con sus hijos, es decir mis sobrinos, todo es por la cantidad... y bueno la verdad es que a medida que ellos crecen con sus actos piden la calidad!.

un saludo enorme!
Andrea

Nani dijo...

Hola Natalia,

Nosotros como padres nos vimos enfrentados a este tipo de colegio competitivo, pasabas de un pre-escolar maravilloso, lleno de experiencias, con profesoras amorosas que conocian cada historia familiar cada punto de personalidad de nuestras enanas a una primaria en que solo interesaban las calificaciones, el aprender por aprender.
En Francia mis hijos entraron a un colegio maravilloso (privado, no se si los publicos son asi), donde el profesor de la mayor nos dijo que no importaba si a ella no le gustaba leer (2 basico) que con el tiempo podria encontrar el amor por la lectura y lo hizo, aca les importa mas como se desarrollan nuestros hijos y dependiendo de esa madurez van las exigencias hacia ellos. Es un colegio que sigue el programa del Ministerio de educacion frances, es un colegio normal, en fin es un colegio frances en Francia.

Saludos

Vicky dijo...

Hola Natalia, a veces pienso que esto sucede por vivir experiencias diferentes donde sin querer la vida te enseña a valorar otras cosas, o a mirar la vida desde otro punto de vista. Pero a nosotros nos pasa igual (lo comenté en otro post), la mayoría de los papás con que nos rodeamos viven hablando de los logros de sus hijos y siempre los suyos son los Más. Yo guardo silencio y hasta me abstraigo de esos comentarios, porque para nosotros nuestros logros son tan distintos al resto de las personas que prefiero guardármelos. Como dice el principito: “Sólo se puede ver con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos”
Mil besos

Unknown dijo...

Natalia

llegue por casualidad a tu blog, me encanto...lo lei completo.
soy madre de mellizas de 4 meses estoy recien comenzando y todo lo que has escrito me ha llegado profundamente.

te felicito y te seguire leyendo de ahora en adelante

cariños Fran

Natalia dijo...

Hola Francisca. Me alegra mucho que te hayan llegado mis palabras. Aunque seas mamá nueva, no te olvides que tus comentarios siempre serán un aporte para el blog y las personas que lo leen.

¡Bienvenida!