miércoles, 6 de abril de 2011

Prematurez (Parte II)

Sin el afán de ser repetitiva, necesito comenzar diciendo, tal como lo hice en la primera parte de esta "saga" acerca de la prematurez, que no tengo la pretensión de generalizar ni dictar cátedra acerca del tema. Es sólo la narración de nuestra muy particular vivencia.

Afortunadamente, los días que siguieron al shock inicial de ver a mis hijos en sus incubadoras estuvieron teñidos de una extraña sensación de rutina y calma.

Poco a poco, nos fuimos acostumbrando a la vida en la Neo y comenzamos a ser unos padres que intentaban colaborar en lo posible para sacar adelante a sus trillizos.

Nos aprendimos los nombres de los médicos y matronas que atendían a nuestros niños. Algunos nos caían bien y guardamos hasta el día de hoy un vínculo y un cariño muy especial hacia ellos. Otros no nos gustaba, por su forma de ser, por su manera de tocar a nuestros hijos, por el modo en que nos hablaban... en fin, porque no todas las personas a las que conoces pueden gustarte, y lo mismo nos ocurrió en nuestra estadía en la clínica.

La rutina me hizo mucho bien. Todos los días, al despertar, llamaba para saber cómo habían amanecido mis pollitos. Luego de eso, tomaba desayuno, me bañaba, me vestía y partía a la clínica a estar con ellos. A veces permanecía horas pegada a sus incubadoras. Otras veces, estaba un rato con ellos y luego deambulaba por la clínica conversando con alguna otra madre que se encontrara en una situación similar a la nuestra. Debo agregar que los lazos de amistad que creé con algunas de ellas se volvieron muy relevantes y casi irrompibles. Pero ése ya es tema para otro post.

Aprender la rutina del lugar implicaba saber, entre otras muchas cosas, la hora en que las guaguas sería pesadas, y por lo tanto, sacadas de sus incubadoras. Ése era un momento importantísimo, porque, a veces, nos dejaban tenerlos en brazos durante algunos minutos mientras la matrona de turno cambiaba las sábanas y ordenaba el "hogar" de cada niño.

Nunca olvidaré el día en que me ofrecieron tomar a Pedro en brazos (fue el primero al que pude sostener). Debe haber estado pesando menos de 1 kilo debido a la baja de peso que ocurre los días posteriores al nacimiento. Recuerdo, como si fuera hoy, el miedo inmenso que sentí y también, la extraña sensación de tener en mis brazos a un ser tan liviano y frágil que parecía que en cualquier momento se iba a volar. Pude besarlo, pude mirarlo de frente, pude olerlo por primera vez. Fue uno de los momentos más mágicos de mi vida.

Y como si esto hubiese sido poco, al subirme al ascensor para volver a mi casa con la sonrisa que aún no se despegaba de mi boca, pude notar que mi hijo se preocupó esa primera vez de dejarme un regalo: en el espejo pude ver que sobre mi ropa había una mancha inconfundible, una marca de pipí de mi propio hijo en mi polera.

Hoy, esta historia puede parecer extraña o exagerada, pero recuerdo perfectamente cómo agradecí que mi hijito haya tenido la "delicadeza" de dejar en mí ese recuerdo de nuestro primer encuentro cuerpo a cuerpo.

Por supuesto, no todos los días eran mágicos y calmos. Algunas veces llegábamos a la Neo para enterarnos de algún retroceso, de alguna nueva enfermedad, de alguna mala noticia que volvía a provocar en mí una angustia casi tan grande como la de los primeros días.

Sin embargo, aunque parezca inverosímil, guardo buenos recuerdo de esa primera estadía en la Neo. Puedo casi evocar el olor del lugar y sentir nostalgia por aquella época.

Más adelante, vinieron otras hospitalizaciones mucho más dolorosas y por motivos mucho más graves. Pero ése ya es tema para un próximo capítulo de esta "saga".

13 comentarios:

Unknown dijo...

Natalia, COMO TE ENTIENDOO!! mira casualmente nunca hablé del tema de la prematurez de mis dos hijas, pero tu entrada me motivó a hacerlo, asi que capaz que un día de estos te copio el formato jeje.
Hablando en serio, uf si me siento tocada emocionalmente por esto que escribir: mis dos hijas nacieron prematuras extremas, yo tenia una facilidad para los embarazos de asombro, pero asi como quedaba, asi podia perderlos. April, mi hija mas grande, nació con 30 semanas +/- 1 semana, pesando 1.748 gramos, lo que compro de jamón en el super. Romy, que es 1 año y 1 mes más chica de April, nació de 26 semanas pesando 790 GRAMOOOSS!!.
Con April pasé exactamente 22 días en CTI, y con romy fueron 3 meses, porque las dos fueron casos muy diferentes.
Te podrás imaginar que ya me conocia todo el mundo, y ya me sabia la rutina de A a Z.

Saludos y en cualquier momento, no como saga jajaja, pero si como una historia lo publicaré en mi blog.

Natalia dijo...

Hola Andrea. Tu comentario me recuerda que tengo pendiente un post acerca de cómo contarle a los hijos su propia historia, la relacionada con la prematurez.

Espero poder leer tu historia, pero te advierto que la mía es un libro de 150 páginas... es difícil escribirla en un blog si no es como "saga", es decir, en partes. Hay tantos detalles y tantos sentimientos qué contar...

Un abrazo,

Natalia.

Bere dijo...

No me parece nada exagerada tu visión del primer momento de cargar a tu bebé... mi pequeño no fue prematuro, pero sí pasó unos días en el hospital por una infección que le detectaron al nacer, nació un miércoles en la noche y el jueves lo internaron. El sábado cuando llegué a visitarlo casi me da un infarto cuando lo ví en la incubadora, no podía dejar de llorar cuando el doctor me dijo que estaba delicado, uf, bueno, todavía me dan ganas de llorar cuando lo recuerdo. Luego de la segunda visita que lo vi en la incubadora, me acostumbré más a esa circunstancia, y como al 4to día me dejaron cargarlo otra vez, y también me sentí la más feliz del mundo.

Bueno, no sigo porque ya estoy a punto de llorar de la emoción de recordar todo esto, y ya lo conté en mi blog, jeje, por si te quieres dar una vuelta ;-)

Saludos!

Natalia dijo...

Hola Bere! Me daré una vuelta para leer tu relato, de todas maneras!

Un abrazo,

Natalia.

Vicky dijo...

Que maravilloso son esos primeros encuentros...
Cuantos recuerdos quedan en los pasillos de las Neo, alegrías y penas de tantas familias.
Precioso post...

Isabelita dijo...

Parece muy duro todo lo que pasaste, pero piensa que también ahora serás mas fuerte. Todos los esfuerzos valen la pena y mas por tus hijos y eso se demostró el día en que los tres salieron adelante, seguro que la fuerza que les entregastes todos esos dias en neo les ayudo!!!

Saludos

mofransa dijo...

Natalia, como sabes hace tiempo que te leo y esta vez me hiciste acordar de algo que me gustaria compartir contigo..con Felipe siempre le escribimos a la Cata desde el primer dia y esto es lo que le escribimos el primer dia que la tomamos en brazo..es un poco largo pero ahi va.

4 de Febrero

Hoy fue unos de los días mas importante, con tu papa veníamos del cumpleaños de una amiga, la Maca Valenzuela, que tuvo una guagüita hace 10 días, estábamos en Calera de Tango y de ahí nos fuimos a la clínica, se me había olvidado decirte que estas en una nueva incubadora que no tiene pesa incluida, por lo que tienen que sacar para pesarte y la matrona nos dijo que te podíamos tomar en brazos y tuve una reacción muy rara, se me taparon los oídos, yo creo que de la pura emoción, imaginate ya tienes casi un mes y medio y nunca había podido tomarte en brazos, es lo único que quería hace mucho tiempo, es lo que toda mamá quiere yo creo, tomar a su hija en brazos, por eso cuando me dijeron que podía tomarte me emocioné tanto, como que siento que me abalance para tomarte, fue tan lindo, apenas estuviste en mis brazos, te hiciste pipi, me marcaste inmediatamente, sentí mis manos tibias y fue lo mas hermoso del mundo, esos momentos se me hicieron eternos y rápidos a la vez, abriste los ojos y nos miramos de cerca, como nunca antes lo habíamos podido hacer, cuando te fuiste de mis brazos te pusiste a llorar y quiero creer que fue por que nos separaban nuevamente, me dieron ganas de tenerte conmigo tanto tiempo mas…mi chilina, tan linda….
Bueno eso y te estare leyendo
Cariños
Fran

Natalia dijo...

Fran!!!! Que increíble cómo algunas experiencias se parecen tanto... y los sentimientos también!!! Tú y yo, la Cata y mis hijos, compartimos vivencias que nadie puede imaginar... y saber que no estás sola y que otros han vivido lo mismo es una sensación muy reconfortante.
Gracias por compartir lo que escribiste ese día tan mágico.
Un abrazo enorme,
Natalia

Unknown dijo...

Natalia fuiste mi musa inspiradora para mi post!!, te invito a leerlo, claro que le doy un toque más enfocado al autismo, porque mi hija menor Romina, tiene autismo severo. Que fue causado por su prematurez y por sus genes.

Gracias!! :)

Natalia dijo...

Hola Andrea. LO leeré!!!

Cariños,

Natalia.

Club Algodón dijo...

Qué increíble... Yo también recuerdo el olor de la Neo, la hora en que atendían a mis guaguas y que yo aprovechaba al máximo, la rutina de entrar, dejar la leche, el delantal, el deambular por la clínica... La primera vez que pude darles algo para que les pusieran (mitones para que no se sacaran la sonda), después la maravilla de verlos vestidos!! Y todo lo recuerdo con alegría! Parece extraño... No es que no hubiese querido que nuestra historia fuese distinta. Me habría encantado recibir visitas en mi pieza de maternidad y mostrar con orgullo a los niños, que toda la familia hubiera podido ir a conocerlos... Tomarlos, olerlos, llevarlos a la casa y tenerles una pieza lista para recibirlos... Nada de eso pasó, pero no lo lamento. Nuestra historia fue distinta, pausada, nos fuimos conociendo de a poco, a través de un cristal... y nuestros lazos se fueron tejiendo más lento pero con la firmeza y prolijidad del que lo hace con profunda conciencia de cada hebra, cada nudo y cada espacio tejido.

Cintia dijo...

Valla que abilidad tienes para hacerme llorar...
yo también recuerdo el olor, sobre todo del jabón de manos, para mi ese era el olor a bebé, que curioso como asocia la mente.

Miriam dijo...

Hay.. me muero de sueño, y ademas tengo q salir pero no puedo parar de leer tu blog! Estoy muy emocionada realmente... ¡¡BB mi -bb, venga con mamá!!