A la derecha, Bigotes. A la izquierda, Chacan, el hamster de Cristóbal.
Hay padres y madres que prefieren que sus hijos no tengan mascotas simplemente porque éstas mueren antes que los niños, y eso los hace sufrir. Yo, en cambio, aparte de ser amante de los animales, creo que la mejor experiencia primera de enfrentar un duelo es a través de la muerte de una mascota. Es alguien que amas, alguien importante, pero no tanto como un padre o un hermano. Es, podría decirse, una preparación para grandes duelos que, seguro, vendrán más adelante en la vida.
Ayer se murió Bigotes, el hamster de mi sensible hijo Pedro. Lo lloramos, lo enterramos y le dijimos unas palabras. Las que yo le dije vienen desde mi corazón: Bigotes tuvo el mejor dueño que un hamster puede tener. Siempre preocupado de su higiene, comida y agua, siempre jugando con él y procurando hacerlo sentir acompañado. Mi hijo de 8 años es el mejor "padre" que puedan imaginarse.
Pero el dolor de un hijo duele mucho. Aunque yo sepa que Bigotes era "sólo" un hamster, ver a Pedro sufir ha sido una experiencia desgarradora. No es algo que yo pueda solucionar, simplemente puedo abrazarlo, decirle que llore todo lo que necesite y que lo que está sintiendo es normal, que siempre estaré con él y que puede acudir a mí cada vez que las lágrimas quieran brotar.
Él quiso ayer mismo salir a comprar una nueva mascota, aún siendo muy claro en el sentido que nadie en el mundo va a reemplazar a Bigotes. Volvimos a la casa con Sushi, otro hamster chino, pero chiquitito como un punto. No creo que tenga más de un mes. Le sugerí varias veces a mi hijo que compráramos la nueva mascota sólo cuando su tristeza intensa por la muerte de la anterior hubiese pasado, pero él eligió tener uno nuevo el mismo día.
Cada cierto rato, se acuerda de Bigotes y vuelve a llorar... Yo lo abrazo otra vez y le digo las mismas palabras de siempre. ¡Cómo quisiera poder evitar éste y todos los dolores que le tocan por vivir en adelante!. Sé que es imposible, sé que el sufrimiento es parte de la vida, pero no puedo dejar de tener esa sensación de impotencia que se siente cuando no puedes hacer nada más que acompañar y estar.
Te adoro Pedrito. Si yo fuera un hamster, te eligiría entre todos los niños del mundo como mi dueño.
7 comentarios:
:( que triste debe ser, me acorde cuando se murio la tortuga de mi hermano y la sepulto en una cajita de jabon dove.
fuerza a los niños, sobretodo a pedrito que pronto tendra un nuevo "hijo" a su cuidado porque por lo que cuentas lo merece!
Natalia, es super triste lo que has contado. Yo no sabría enfrentar la pérdida de una mascota con mi hija..., por eso, aún nos hemos hecho los lesos, con el papi... Mucho cariño de papis para tu hijito, que de verdad debe sufrir como un niño lo hace, con el corazón!.
Un beso y de vez en cuando visítame!.
espero que sea leve... y que le ayude a manejar ese alboroto de sentimientos nuevos para él !!
Es súper triste. Yo tenía 9 años cuando murió mi ardilla, el mismo día de mi cumpleaños, y recuerdo la pena, la angustia y los lloros.
Pero vale la pena, siempre vale la pena tenerlos, los animales llenan tanto la vida...
Siiiii, uno quiere evitarle a sus hijos estas y otras situaciones dolorosas, pero es imposible. Y se me hizo un nudo en la garganta, no sólo por el duelo que vivirán mis hijos, sino por el propio: Ágata y Baruc son nuestras adorables mascotas, una gata y un perro de 8 años de edad. Y ni puedo pensar en el día en que falten, los adoramos!!!
Hola Natalia, tienes un premio en mi blog! Un beso guapa
Gracias Patricia!!!! Un abrazo.
Publicar un comentario