martes, 13 de septiembre de 2011

La Auto/Exigencia

Ayer escribí un post expresando mi preocupación por la actitud indolente de mis hijos frente a las burlas y hostigamiento que una compañerita de curso ha sufrido.

El tema no deja de procuparme, y agradezco mucho vuestra opiniones. Sin embargo, hoy estuve todo el día con una sensación extraña: la de sentirme una madre sobrexigente.

Para nadie que me conozca bien es un secreto que soy autoexigente. Me gusta hacer las cosas bien, cumplir mis compromisos y llevar a cabo las tareas que emprendo con dedicación. Tal vez por eso es que no suelo emprender demasiadas... Si me propongo algo, sé que haré lo humanamente posible por hacerlo bien. E invierto mi tiempo y energía en ello.

Y así ha sido con mi maternidad: me he equivocado, me he sentido sobrepasada y he colapsado infinidad de veces, pero siempre con una culpa enorme. Intento ser una mamá presente, cumplir siempre mis compromisos y promesas, no dejar jamás que mis hijos se sientan abandonados o desprotegidos. Suelo reflexionar mucho acerca de ellos, de lo que les digo y del modo cómo les voy mostrando el mundo que nos rodea. En fin... Me agoto con sólo pensar en lo perfeccionista que he sido.

Y el post que escribí ayer no fue más que eso: una autoexigencia convertida en exigencia hacia ellos. Fue como decir: si he dedicado tanta de mis energía a enseñarles esto, no pueden fallarme. Y estoy absolutamente equivocada en eso.

Claro que pueden fallar, claro que no son perfectos, por supuesto que aún son niños pequeños que no han aprendido todo. Y por último, nunca llegarán a tomar todo lo que yo quiera entregarles: son personas diferentes, cada uno con su estilo propio. No tienen el deber de responder como yo espero a todos mis intentos por formarlos de cierta manera.

Es por esto que hoy ME perdono y LES perdono no haber reaccionado como esta madre exigente esperaba. En general son tres niños muy buenos, muy conectados con los sentimientos propios y de los demás. Son tres personas maravillosas que no van a cumplir siempre con todas mis expectativas. Y ésta no será la primera vez que esto ocurra.

Claramente, nunca bajaré los brazoas para hecer de ellos los mejores seres humanos que puedan ser. Pero si hay algo de ellos que no me agrada o que no cumple con lo que espero, no es responsabilidad de mis hijos. Es que tienen una madre que a veces cree que por haberse esforzado merece hijos perfectos. Y está muy equivocada: los ama con toda el alma tal como son.


3 comentarios:

De chupetes y babas dijo...

Me encanta esta entrada, tienes tanto amor dentro!!

Un abrazo!!!

Cata dijo...

Natalia.. hace días que no pasaba por tu blog, porque estaba dedicada al 110% a mis hijos durante estas vacaciones..

Me identifico plenamente con ese sentimiento abrumador de "en que he fallado"... y me ha gustado mucho la manera como lo haz abordado aquí en este post. No nos merecemos hijos perfectos... nos merecemos hijos felizmente imperfectos que nos abren los ojos y nos enseñan a amarlos tal cual son!.

Anónimo dijo...

Lindo post! No te preocupes Natalia, mira que además de charlar con ellos y explicarles, la enseñanza más poderosa para los niños es EL EJEMPLO... Ya verás, el día de mañana serán grandes personas, como su madre! saludos, bendiciones...