He tocado el tema de la prematurez sólo tangencialmente. No porque no tenga cosas que decir acerca de la experiencia de tener tres hijos prematuros extremos, sino, por el contrario, porque no sé por dónde empezar a hablar de ella. Me temo que si intento expresar todo en un sólo post, éste sería tan largo e intenso que no cumpliría con su cometido. Resultaría demasiado complejo, dolososo e incluso, probablemente, contradictorio. Así es que he decidio hacerlo en partes, hablar de a poco y sin apuro de las pequeñas y grandes sensaciones que se tienen cuando tu(s) hijo(s) nace(n) prematuro(s).
No es mi intención asustar a padres y madres que estén iniciando este camino. Menos aún, pretender que mi experiencia personal es compartida y universal. Es sólo eso, mi vivencia acerca de un hecho que, en la mayoría de los casos, marca la vida de las familias y las divide en un antes y un después.
En mi caso, la prematurez fue equivalente a un desgarro y el mejor de los regalos entremezclados en un mismo hecho. Aún estando embarazada de trillizos y con el diagnóstico de preeclampsia (es decir, aún cuando se suponía que debía estar preparada para tener a mis hijos prematuramente), su nacimiento fue un dolor enorme y la alegría más grande de mi vida, todo al mismo tiempo.
Los primeros días el estado que te comanda es la confusión... de pensamientos, sentimientos, emociones, información... y todo teñido por los familiares que opinan, por las visitas que recibes, por las palabras de los médicos que no logras comprender (muy probablemente debido al estado emocional en que te encuentras más que a los recursos cognitivos con los que cuentas). Los primeros días son emocionalmente caóticos (mención honrosa para las hormonas maternas alborotadas y traicioneras).
Alguna vez escuché a un médico en el que confío mucho, decir que mientras la madre expresa el shock de los primeros días llorando, el padre suele hacerlo intentando obtener la mayor cantidad de información técnica posible acerca de las máquinas, las sondas, los exámenes, y todo lo que rodea a el o los bebés. Debo decir que en mi caso fue exactamente así: mientras yo lloraba escondida para que nadie intentara consolar lo inconsolable, mi marido trataba de aprender todo acerca del significado de los indicadores que arrojaban los monitores a los que estaban conectados mis hijos.
Parece una obviedad, pero no creo que esté demás decirlo: verlos tan indefensos, tan pequeños y saber que están sufriendo física y emocionalmente por haber debido abandonar el útero antes de estar preparados, es una experiencia inolvidablemente desgarradora. Muchas veces rogué a Dios hacer avanzar el tiempo mágicamente, muchas veces sentí un deseo casi incontrolable de abalanzarme sobre un médico o una matrona para rogarles que los sacaran de esas incubadoras, que les quitaran esos tubos, que los dejaran en paz.
Sé que dije que iría por partes y este post se trata sólo acerca de los primeros días y las primeras emociones, pero no puedo cerrarlo sin decir que NADA ES PARA SIEMPRE, que luego las cosas cambian mucho, que te habitúas a la vida en la Neo y que todo, absolutamente todo lo vivido, vale la pena.
7 comentarios:
Hola Natalia, cuanta razón tienes en todo lo que escribes. Que verdad es eso de que uno se acostumbra a las Neo...
Un abrazo
Yo tuve a mis dos hijos prematuros, no extremos, pero sí necesitaron unos 15 días en neo. La verdad es que la segunda vez ya estábamos más cancheros. Aprendí muchísimo, las dos experiencias fueron muy enriquecedoras, más allá de los sentimientos propios. Después tuvimos varias internaciones más, por broncoespasmos, gastroenteritis, etc. Ya somos unos genios en leer monitores, jeje.
Cómo te entiendo... el día que nació mi hija yo también sentí esa mezcla de dolor y alegría intensa...
Sé perfectamente lo que cuentas. El shock inicial es muy duro, no se supera con facilidad. Creo que NO hay una buena información sobre las Unidades Neonatales, no se ofrece ninguna preparación a las madres en riesgo. En las visitas ginecológicas, grupos de embarazadas y demás se pasa de alto el tema. Me impresionó mucho la primera vez, estas perdida, y desconoces por completo el funcionamiento de incubadoras, respiradores,..un caos físico y mental!
Me pasó mucho de lo que comentas, pero yo pasé por 3 etapas:
En un principio no tenía ni tiempo ni posibilidades de llorar, tenia que sacarme leche atender a mi hijo mayor y sonreirle a quienes me iban a "felicitar"... Me llené de actividades y con entusiasmo me levantaba para ir a dar pecho, sacarme leche, hacer canguro, dar pecho, sacarme mas leche, mas canguro, pecho antes de irme y volver de noche a casa, y asi dia tras dia....
Como a los 25 días, colapsé, no quería mas, no quería levantarme ni despertar ni nada, pero me sentía culpable por eso y seguía y seguía....
Pasado el mes, me volvió la paz y la resignación y seguí y seguí.....
Sólo al día 44 pude respirar cuanto me daban los pulmones, aire no de hospital y ya en mi casa y con mi princesa durmiendo a mi lado pude llorar......
No siempre me acuerdo mucho de esto, normalmente me llena de orgullo saber lo que pasamos y como salimos adelante, sin embargo al volver a sentir el olor del jabón desinfectante o de las batas del lactario como que me tirita la pera y siento debiles las piernas.....
Ufff fue un gran desahogo.... Gracias por el espacio! ;)
Cariños y fuerzas a quienes pudieran estar pasando por este trance....
Uffff..... es como tragar vidrio molido como dicen por ahí!!! Leer tu post y los comentarios.. pero tan necesario sacarlo y compartirlo.
En mi caso tengo borrados mucho momentos, creo que me sumergí en una bataola para sobrevivir, por el dolor, la incertidumbre, la angustia, la necesidad de apoyar a mi marido que se desmoronó. Por que en nuestro caso yo lloré mucho antes de que naciera mi hija, ya sabía que venía con temas complicados... él no...pero claro, nunca logras dimensionar.
Y por supuesto que pasa,y NADA ES PARA SIEMPRE!! y una termina siendo otra persona.
Alguna vez me contaron que habían grupos de padres de las neo o utis infantiles... no me tocó, pero el apoyo entre pares es fundamental. Para eso estamos y estaremos.
Un abrazo a la distancia y gracias Natalia!
Una no se acostumbra a escuchar ni leer historias de UCI sin recordar la suya y echar unas lágrimas... Efectivamente, todo pasa, y mucho más rápido de lo que una cree en un principio cuando está ahí! Yo hice un HELLP y me las tuvieron que sacar, y las sensaciones contradictorias, por un lado la sensación de vacío, y por otro la alegría de que estaban bien, la semiculpa por no haber aguantado... y esas hormonas que nos hacen todo tan difícil... La UCI es difícil, pero de todo se aprende, y a nosotros nos sirvió para unirnos más a la pareja. Un abrazo y me ha encantado encontrarte.
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