Para nadie que haya sido madre o padre es un secreto que los hijos nos enseñan lecciones, a veces mucho más esenciales e importantes que las que nosotros mismos nos empeñamos en traspasarles a ellos.
Aquí va una lista con algunas de las cosas que he aprendido gracias a mis tres pollos:
- No hay límites en la vida, para nadie ni para nada. Ponerle límites o un techo a un niño sólo porque los pronósticos de los doctores son malos, es un error muy grande. Creer en alguien es lo que lo hace cada vez más y más grande.
- Los milagros sí existen. Lo que ocurre es que los grandes no podemos creer en ellos y aplastamos la oportunidad de que ocurran. Los niños sí que saben abrirles la puerta para hacerlos entrar y permitir que se hagan realidad.
- Soñar es gratis y gratificante. ¿Acaso importa si Disney está muy lejos y el pasaje en avión es muy caro para llegar hasta allá? No! Si quiero ir a Disney, puedo soñar con aquello todo lo que quiera hasta que un día, si lo deseo mucho, sucederá.
- Es extraño que las cosas tengan que pagarse. Todos debiéramos tener comida y un buen colegio para estudiar y aprender. ¡Si hasta el agua se paga! ¿Cómo es posible eso? Es realmente extraño.
- Escuchar a nuestro cuerpo es lo más natural del mundo. Si éste me está diciendo que está cansado, tiene sueño, hambre o necesita ejercicio ¿porqué debo obligarlo a estar quieto y sentado durante horas hasta que otra persona decida lo contrario? Nuestro cuerpo nos habla de nosotros mismos, y somos los adultos los que les enseñamos a los niños a dejar de escucharlo.
- El amor es realmente incondicional. No importa si la mamá se ha enojado y ha levantado la voz, si decidió que el niño durmiera cuando quería jugar, si lo obliga a lavar sus dientes o llegó cansada del trabajo. Un niño SIEMPRE la va a querer y va a opinar que es la mujer más linda del mundo.
- Para ser feliz se necesitan muy pocas cosas, pero vínculos muy cercanos y amorosos. No importa si el juguete es viejo o pasado de moda si el amigo con el que el niño va a usarlo es divertido y lo hace sentir bien.
- Nunca es un mal momento para aprender. Casi todo se aprende viviendo y preguntando más que sentado en una sala de clases escuchando a una profesora que a veces habla de cosas que no tienen mucho sentido en la vida de un niño.
- Lo único que existe es el hoy. Por eso es que tomar un helado, saltar, correr y jugar es algo que hay que hacer ahora mismo, no mañana.
- El que otro sea diferente es completamente natural. A veces los padres hablan del "gordo", el "enano" o el "discapacitado". Antes de escucharlos hablar así, nunca se le ocurriría a un niño discriminar a otra persona simplemente porque no es igual a él.
Y podría seguir... Pero éste es sólo un decálogo, y como buena adulta, me he puesto un límite.
Ojalá tuviéramos la capacidad de escuchar más a nuestros hijos y seguir el ejemplo de lo que nos enseñan. Probablemente, seríamos mucho más felices de lo que somos.
8 comentarios:
Me encanto tu decalogo...tanto que me lo guardo y un dia de estos,con tu permiso,lo publico en la princesa,citandote a ti,por supuesto.Un besote!
Hola Cristina. Qué bueno que te gustó! Claro que puedes citarlo. Un abrazo.
Natalia,hoy me has hecho pensar.....estoy de acuerdo 100 % con lo que dices,De vez en cuando aun recuerdo lo que sentia cuando era niño,y los entiendo mucho mas...deberiamos hacerlo a menudo.
Un abrazo!
Hola padrestresado. Es difícil ¿cierto? No sé porqué a veces se nos olvida recordar cómo nos sentíamos cuando éramos niños... si tampoco ha pasado taaaanto tiempo. La vida nos endurece y nuestros hijos intentan ablandarnos :)))
Un abrazo.
Y por suerte muy a menudo lo consiguen!!!;-)
Haces recordar la infancia, cuando te sientes invencible, cuando todo es posible, cuando correr por el parque y tomar un helado con tus padres es el plan más maravilloso del mundo, cuando un año entero es una eternidad, que te permite hacer millones de cosas... Me encanta que mis hijas me lo recuerden... me ha encantado el decálogo!!!!!!!!!!!!!!!
Hola padresdetrillizas. Es que nuestros hijos nos hacen, de alguna manera, renacer ¿cierto? Yo volví, por ejemplo, a vibrar con las Navidades desde que tengo a mis hijos... Y lo hago como si el tiempo hubiese vuelto atrás :))
Es uno de los privilegios de la paternidad - maternidad.
Un abrazo!
Sííí.... hace mucho que no tenía tantas ganas de que llegaran las navidades... tanto como desde que era pequeña... una cosa más que agradecerles...
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