jueves, 19 de mayo de 2011

¡Tenemos Audífonos Nuevos! (Culpa v/s Responsabilidad)

Sí, sé que puede parecer un detalle, pero para nosotros es un evento importante. La última vez que compramos audífonos para la hipoacusia bilateral severa de nuestro hijo Cristóbal fue hace 5 años, él tenía sólo 3, y probamos todo lo que el mercado nos ofrecía. Nuestras apreciaciones acerca de cada modelo que probamos era subjetiva. A él le gustaban y le acomodaban todos, según decía. Era demasiado pequeño como para sopesar variables que ni él sabía que existían.

Esta vez todo fue diferente: fue ponérselos y enamorarse de ellos, tal como describí en un post llamado Prueba de Audífonos hace un par de semanas. Luego, probamos otro modelo, pero a sus 8 años, él ya sabe lo que necesita, lo que quiere y lo que es bueno para él. Sólo él está en sus propios oídos. Aunque nosotros intentemos ponernos en su lugar, sabemos que es imposible hacerlo al 100%. 

Así que esta vez la elección fue fácil: compramos el modelo que a mi niño le gustó, y punto (bueno, no sin antes haberlo visto durante una semana usándolos, no sin antes haberlo consultado con su profesora, haberlo llevado al cine... no sin antes habernos reído con mi madre porque notamos que ya no podíamos hablar de cosas íntimas en voz baja frente a él: Cristóbal estaba escuchando demasiado :)))))

Él está feliz. Yo estoy feliz. Nunca en la vida quiero que mi hijo vuelva a pensar (como lo ha hecho otras veces) que si algún día nos falta el dinero, se quedará sin audífonos, desconectado del mundo, desvalido frente a un contexto que sólo tiene sentido para él funcionando como si fuera oyente.

Todo comenzó hace unos 2 o tres 3 años un día que, sin querer, se sumergió en la piscina con los audífonos puestos. Yo corrí a sacárselos y a llamar al técnico para saber los pasos a seguir para salvar los aparatos. Más tarde, saqué a Cristóbal del agua, quien seguía feliz y despreocupado, y le expliqué que sabía que había sido un accidente, que a cualquiera puede ocurrirle, pero que, cada vez más, él debe aprender a cuidar sus audífonos porque a su padre y a mí nos ha costado gran esfuerzo costearlos. Recuerdo que le ejemplifiqué que con el dinero de dos de ellos, podíamos comprar un auto.

No pensé que el asunto quedaría dando vueltas en su cabeza hasta que conocimos a un joven hipoacúsico que no tiene lenguaje oral en el estacionamiento del supermercado. Al explicarle que el joven no podía responder sus preguntas porque nunca había usado audífonos y no había tenido acceso al sonido, noté a mi hijo profundamente angustiado. Me preguntó si eso puede ocurrirle a él algún día en caso de que sus padres no podamos comprarle aparatos. Me preguntó también si la mamá de ese joven era mala por no haberle dado la oportunidad a su hijo de oír, me preguntó cosas profundas acerca de su discapacidad y del significado de ésta.

Por su puesto, partí por decirle que la madre del joven no es mala, que no sabemos las cisrcunstancias ni el diagnóstico que él tiene. Le conté también que él nunca perderá el lenguaje que ya adquirió, y tuve que llegar a decirle que si es necesario que venda mi auto, mis cosas y que pida dinero a los parientes y amigos, lo haré, pero que él nunca se quedará sin tener audífonos.

Después de ese episodio intenso, triste y significativo, volvió a tener un par de accidentes más (se le cayó un aparato en el patio del colegio y alguien lo pisó, por ejemplo) y lo noté ocupado de buscarlo, pero no con culpa ni angustia.

Estoy feliz. Mi hijo tiene audífonos nuevos con los que escucha mejor que con los anteriores (que ya tenían derecho a jubilar) y sabe que debe cuidarlos. Sin embargo, también sabe que si algo ocurre, nunca le faltarán los recursos para obtener unos nuevos... porque si yo no los tuviera, él tiene muchas, muchísimas personas que lo quieren profundamente y que se meterían la mano al bolsillo por él en caso de ser necesario.

Era lo que quería lograr: que fuera cuidadoso y responsable, pero jamás culposo y, menos aún, que se prive de jugar correr, saltar y vivir por miedo a dañar los audífonos que, al fin y al cabo, son sólo cosas materiales.

7 comentarios:

Ale dijo...

qué interesante!!! crear responsabilidad sin culpabilidad ni miedo.... practicaremos!!! ;)

Vicky dijo...

Primero que todo felicidades a Cristóbal por sus nuevos audífonos :)
Por todo lo que cuentas, transmites que tienes una familia realmente encantadora, me encanta la forma en que han criado a sus hijos, y para una que está "recién empezando" eres un ejemplo a seguir.
Feliz de leerte :)

Paula dijo...

Amo a ese niño!!!! Nunca le faltarán sus audífonos, porque sus papás tienen amigos. Besos

Unknown dijo...

Qué interesante lo que escribiste Natalia!. Entiendo perfecto la alegría que se siente poder entregarle a un hijo una herramienta (en este caso el audífono) para que mejore su calidad de vida, y qué felicidad más grande cuando descubren un nuevo sonido!. Nuestro hijo lleva 10 meses escuchando con implantes cocleares y cada día es un milagro cuando se sorprende por un nuevo sonido, es impagable!.
Respecto a la responsablidad sin culpa, gran tema. Benjamín es muy chico aún para entender (todavía no cumple 2 años), pero desde que tiene implantes hemos tratado de involucrarlo en su cuidado, enseñándole cómo limparlos, que no se pueden mojar, etc.
Gracias y un gusto como siempre!
Ana

Ana dijo...

A mi me pasa también con las lentillas de mi gordi que nació con cataratas y tiene que llevarlas, ella aún es muy peque pero le hablamos de ellas y hemos involucrado a sus hermanos en el cuidado de las mismas y muchas veces han sido ellos los que se han dado cuenta de que se le ha caído alguna y la han recuperado. ENHORABUENA POR ESE GRAN AVANCE :)

Natalia dijo...

Hola a todas!!! Gracias por estar siempre aquí :)))

Ana: es maravillosa la experiencia de que un hijo hipoacúsico descubra el mundo de los sonidos. Se me llenan los ojos de lágrimas al recordar a mi niño chiquitito bailando al ritmo de una canción.

Un abrazo grande para cada.

Betzabe dijo...

Gracias por este post me ayuda a comprender mejor los limites que debo poner, y me certifica que se puede enseñar a ser responsable si añadir culpas y miedos!!!