Si yo no amara los animales es posible que mis hijos nunca hubiesen tenido una mascota. Pero afortunadamente me encantan. De hecho, a sus 8 años, mis trillizos han tenido conejos, peces, hamsters, pájaros y perros. Al principio eran motivados por mí, pero ya no requieren mediación ni motivación externa: se han convertido en amantes incodicionales de las mascotas. Saben mucho acerca de ellas, investigan en internet y suelen soñar con los perros que tendrán cuando sean adultos (unos de razas grandes que en nuestra casa no tienen cabida, por el momento).
Como Psicóloga Infantil me gustaría saber mucho más de lo que sé acerca de la terapia con animales. Siempre he pensado que, tal vez, mi vocación va por ese lado. Sin embargo, no sé demasiado del tema en términos teóricos. Lo que tengo es conocimiento práctico acerca de lo que ocurre en la relación entre un niño y un animal. Y me atrevería a decir que lo que he visto es un vínculo casi mágico.
Los animales tratan a todos los seres humanos por igual. Ellos no saben de discriminación en ninguno de los sentidos. Un perro dócil se acerca a cualquier niño en busca de un contacto amoroso sin mediar prejuicios acerca de su condición, clase social, religión o raza.
Y los niños no hacen más que aprender de ellos. El vínculo estrecho con una mascota descentra al niño de sí mismo y de sus propios deseos para ocuparse por un tiempo de las necesidades de otro: es el comienzo de lo que más adelante será la empatía, el poder ponerse en el lugar de otro y pensar con amor en lo que éste necesita. Y si todo empieza con una mascota, la experiencia resulta gratificante, divertida y amorosa. Alimentarlos, ayudar a limpiarlos o procurar que tengan agua fresca son tareas relativamente sencillas que harán del niño un ser más generoso, responsable y feliz.
Sólo por dar ejemplos, mi perro Goyo permaneció tres días junto a mi hijo Pedro tendido en la cama cuando éste se encontraba mal a causa de un rotavirus. Ni siquiera yo, que soy su mamá, fui capaz de estar tanto tiempo sin desaparecer de su lado ni procuparme de alguna otra cosa. Mi hija Antonia hoy despierta a las 3 de la madrugada si los cachorros de su perrita Luna lloran. Y lo hace con una paciencia y un amor que se asemejan al de una madre. Nadie podría negar que hay una interacción amorosa que nutre el alma. Nadie podría dejar de conmoverse frente a una relación tan pura.
Por último, hay muchos padres que prefieren no dejar que sus hijos tengan mascotas por temor al sufrimiento que sobrevendrá cuando el animal muera. Yo no estoy de acuerdo con esa opinión. Si bien la muerte de una mascota puede ser un evento tremendamente triste, es una forma de acercar al niño al tema de la muerte, los duelos y los ritos asociados a éstos. Al fin y al cabo, algún día nos enfrentaremos con la inevitable muerte. Y nada más sano que conocerla a través de una mascota antes de enfrentar muertes más marcadoras, como la de un pariente cercano.
Mis niños seguirán teniendo mascotas mientras sea posible. Y yo también. Todos disfrutamos enormemente de la experiencia. Ganamos compañía, amor, incondicionalidad, y no perdemos nada de nada.
9 comentarios:
Hola. Te leo siempre pero nunca me animo a escribirte. Me encanta este blog porque aprendo muchísimo de él y me hace sentir tranquila. Aún no soy mamá pero lo estoy deseando, no te puedes imaginar cuanto. Mis amigas cercanas ya tienen sus bebes y disfrutan de ellos y yo lo veo todo desde la barrera. Creo que eso también tiene su lado positivo, estoy aprendiendo mucho y desde que te leo, los miedos de los que cualquier madre huye se presentan reales y superables si se tiene ánimo y amor.
La entrada de hoy me gusta especialmente. Yo tengo un perro, Byron. Jaime (mi marido) y yo lo adoptamos al año de casarnos porque teníamos muy claro que queríamos que estuviera en casa cuando llegaran nuestros hijos. No sabíamos que tardarían más de lo esperado, ni que Byron no sería un perrito normal. Le pegaron siendo cachorro y hoy es miedoso a más no poder. Ha mejorado mucho pero debo reconocer que, cuando llegó, nos costó asumir que teníamos una mascota especial, que necesitaba más paciencia que otras y que, seguramente, nunca será "normal". Hoy, es nuestro peque, que nos ayuda a esperar el momento de ser padres y me acompaña en mi trabajo en casa y en unos años complicados y de aprendizaje por circunstancias de la vida. Byron nos ha ayudado y enseñado a nosotros, adultos, estoy segura de que mis niños, cuando lleguen, encontrarán en él un buen compañero.
Por cierto, preciosas las fotos de tus hijos, debo reconocer que me encanta verlos, siempre, sois una familia muy bonita.
Gracias por compartir con nosotros este blog que, a mí, me ayuda a crecer.
Un abrazo.
¡Es precioso tu post de hoy!
Yo también soy una firme defensora de los animales y siempre he querido que mi hijo se criara con ellos desde bien pequeñito.
Con 6 mesecitos fuimos a una perrera a adoptar a un galgo que habían rescatado colgado de un árbol. También tenemos una gatita. Mi hijo es inmensamente feliz con ellos y aprende muchas cosas día a día.
Mi principal obsesión es que aprenda a respetar a los animales, a quererlos, a protegerlos y sepa que no son un capricho de dos días sino una responsabilidad. Creo que la crianza conjunta entre niños y animales es muy beneficiosa y también lo he plasmado en mi blog en alguna ocasión.
Por cierto! Te sigo a partir de ahora
Hola Matilda! Qué bueno que hayas escrito! Como imaginarás, mis hijos no son producto del azar, sino de un tratamiento de infertilidad. Por eso entiendo muy bien el proceso en que te encuentras... Esperando que lleguen los hijos. Ya vendrán!!! Ten paciencia!!! Y sobre tu perro, me encanta el cariño con el que hablas de él. Seguro que tus hijos lo van a ayudar a superar muchos de sus temores.
Hola Silvia! Qué bueno compartir esta idea con otra persona! Hay muchos que piensan que tener hijos y mascotas es demasiado. A mí me parece que se complementan perfectamente. Nos estaremos leyendo, espero.
Un abrazo para cada una!
Ay! los animales!! son maravillosos, a veces mejor que las personas. Nosotros no tenemos ningún "bicho" en casa, pero mis padres tienen un perro, que el peque considera "suyo" :-)
Es un animal maravilloso, supo las 2 veces antes que yo cuando me había quedado embarazada, me trataba con deferencia, con respeto y cuidado, hay que explicar que pesa unos 45 Kg. y le encanta achucharnos :-) así que desde el minuto 0 no trataba de "echarse" encima mío, sino que sólo me rozaba la pierna para pedir su caricia.
Él cuida que nadie moleste a mi peque en la siesta casi desde que nació y él comparte su merienda con él.
Ya es viejito y tememos el momento en que se vaya al cielo de los perros. Nunca habrá un animal como él.
:))) Qué lindo, Chitin!!!!
Definitivamente son nuestros amigos entrañables.
Un abrazo!
De nuevo, estoy totalmente de acuerdo contigo, aunque soy multialérgica desde los 19 años y por desgracia no puedo tener mascotas en casa...
:((( Qué pena lo de las alergias :(
Tal vez podrías buscar una mascota sin plumas ni pelos... no sé qué podría ser... ¿una iguana? jajajaja! No, a mí al menos, la iguanas me dan terror!
Un abrazo!
Las alergias surgieron porque dormía con mi gata siamesa acurrucada en el cuello, tuvimos que regalarla y se acabó el abrazar a mi perro... Existe una raza de gatos sin pelo, pero la verdad es que me entra repelús solo con mirarlos :D :D
Sip, esos gatos sin pelo lo que menos tienen es ser tiernos :(((
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